Así que durante un breve instante de impulsividad decidí mandarle un correo. Le decía lo mucho que había disfrutado sus historias, de la frase que se me había quedado grabada y que sabía que era muy probable que nunca leyera ese correo, que quizá hubiese cambiado de cuenta pero que no podía dejar pasar la oportunidad de decirle cuánto lo admiraba y cómo me había cambiado. Eso fue en abril del año pasado, y hoy cuando entré a mi antiguo correo en la mañana, me encontré con la grata sorpresa de que me había respondido!
A decir verdad, su respuesta fue desde octubre, pero como mi correo ya no era el mismo no me había dado cuenta. Y fue muy amable en su respuesta, dijo que ya no escribía porque había comenzado a sucumbir ante la presión de hacer algo bueno, cuando en un principio lo hacía por mero placer.
Y lo entendí, y fui muy feliz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario